(Nota: la foto, como se ve, es de un pavo real, pero es para
ambientarse. El pollo que se describe en esta receta, que es el de la Navidad
de los viejos tiempos –de hace 60 años, más o menos–, es una cosa que hoy, como
no lo hagas tú...)
Aprovechando las fechas, diré que este pollo es muy a
propósito para comer el día de Navidad.
Hace falta un pollo de verdad. Los amarillos de Coren están
buenos y sirven para esto, aunque los hay mejores. En cualquier caso, hay que
hacerlo con un pollo como Dios manda, de dos y medio o tres kilos (o más).
Asimismo se puede hacer con gallina de granja, de las amarillas, que también
están muy buenas.
La cosa es sencillísima:
1/ Que te troceen el pollo (o la gallina) en la carnicería:
di que vas a guisarlo (no asarlo o freírlo).
2/ En una cazuela grande se fríe despacio mucha cebolla
(tres mínimo, más o menos picadas), y mientras tanto se hace un majado con
cinco o seis dientes de ajos, un cuarto de barra de pan duro y un buen manojo
de perejil. Se fríe en una sartén, primero los ajos y el pan, todo en trozos, y
cuando esté frito, se echa el perejil muy picado (sólo las hojas; los tallos
no), que se hace en seguida. En cuanto coja un poco de color (el perejil), se
echa lo de la sartén en un mortero y se machaca todo lo que se pueda.
3/ Una vez más o menos frita la cebolla, se añade el pollo
en trozos y se le da unas vueltas para que se fría por todas partes. Una vez
algo frito se añade una punta de pimentón, se le da otra vuelta sin que se
llegue a quemar, y el majado del mortero. Se continúa revolviendo un poco para
que todo se impregne de ello, y se añade entonces vino blanco, mejor ajerezado,
cuarto de litro o algo menos.
4/ A continuación se añade agua (si se dispone de caldo,
mejor) hasta que se vea que aquello tiene líquido suficiente para cocer. Se
hace hervir, y una vez hierve, se pone el fuego bajo, se tapa y se deja que se
vaya haciendo. Un pollo de los buenos puede tardar una hora o un poco más,
aunque conviene vigilarlo y dejarlo hasta que esté en su punto. Esto se hace
pinchándolo, probándolo, y decidiendo si ya está guisado. Si es gallina tarda
algo más; a lo mejor hasta dos horas.
5/ Una vez hecho se apaga el fuego y se deja enfriar, y una
vez frío, se mete en la nevera y se le deja tranquilo hasta que se vaya a
comer, que puede ser al día siguiente o dos días después. Con esto mejora aún
más.
A la hora de comer, se calienta bien en la misma cazuela y a
la mesa.
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Y hasta aquí llegó esta historia, que por hoy ya he dado
bastantes ideas. El que quiera saber más, que mire en ESTE SITIO
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