sábado, 7 de mayo de 2016

40 años de «El país»


Portada de El país del 29 de octubre de 1982


El 4 de mayo de 1976, es decir, hace 40 años, salía a la luz pública el diario El país, paradigma de las libertades que los nuevos tiempos precisaban. Franco había muerto seis meses antes, y había que dar aire nuevo a los tiempos que todos querían que llegaran.
Su lanzamiento fue un exitazo, con tres cuartas partes de Madrid expectante y el resto receloso, pero su aspecto, parecido al del establecido y moderado Times (incluso utilizaba el mismo tipo de letra), pronto indujo confianza en los suspicaces y pasó a ser el modelo que las gentes demandaban.
Tomando el relevo de ABC, periódico oficial del régimen franquista y caído en desgracia con él, se convierte en portavoz del grupo entonces en el poder, el Psoe de Felipe González, etapa durante la que se encarga de publicitar y encarecer la virtudes del partido único, lo que al cabo de los años culmina con el culebrón del capitán Khan y la publicación de la esquela de Paesa (julio de 1998).
Todo en él ha sido una pura contradicción, pues mientras su propietario, el Sr. Polanco, pasaba por ser uno de los más acaudalados españoles (de hecho, durante un cierto tiempo fue el nº 1 del ránking, o lo que es lo mismo, más rico que Botín), con la siniestra mano repartía patentes de (ja ja) izquierdismo.
Este diario de la mañana, pródigo en anécdotas de diversos signos (¿quién no recuerda lo de la mafia rosa y todas aquellas cosas tan divertidas?), se afianza durante muchos años como el primer periódico español, lo que no es decir poco, y encarna uno de los símbolos que los bienpensantes (por lo general, anónimas y establecidas personas de traje al desgaire, gafitas y barba cana muy recortada) pasean bajo el brazo por tablaos y mentideros como una más de las representaciones de la anhelada libertad.

Portada de El país del 6 de julio de 2007 

Llegado el siglo XXI se mantiene en un mediano pasar de la mano de los  editorialistas, genuinos representantes de la España eterna (el recién llegado, la revoltosa, el pedante más o menos ilustrado...), cuyas ortodoxas y a veces avinagradas opiniones han colmado buena parte de la famosa columna de la última página.
Luego, entre tormentas políticas de encontrados signos y peleas de patio de colegio por el reparto del pastel, continúa su andadura hasta llegar a lo que es hoy, diario nostálgico para covachuelistas, cesantes y jubilados. Así pasan las glorias del mundo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario