Castilla, en especial la Vieja, es históricamente la región
más representativa de España. Los turistas prefieren el ambiente andaluz y las
costas mediterráneas, y los españoles, influidos por la incansable propaganda
del sistema, allá nos vamos, pero en la meseta central, lugar en donde nuestra
más reciente historia comenzó alrededor del siglo x, se pinta la más limpia de las luces, lo cual se debe a
las condiciones geográficas (700 m de altitud media), el extremado clima
continental y la casi completa ausencia del primero de los sectores económicos
(la industria).
Es Castilla región agrícola, carente de humos y
aglomeraciones, reino de la soledad señalado sin duda por el dedo de los dioses
(sobre esto ya sé que hay opiniones encontradas), y paraíso en donde a la
vuelta de muchas esquinas se pueden hallar bares de los de antes, pormenor en
absoluto desdeñable..., y es más (por añadir algún detalle), que si lo que
usted desea es ver puestas de sol como las que todos llevamos en la mente –algo
difícil de lograr tal y como están los tiempos–, encarámese una buena tarde a
la torre del alcázar de Segovia, o, aún mejor, al pico de Almanzor, en el
Sistema Central, y ya me contará.
Me voy a dejar de encomios literarios acerca de esta extensa
comarca, y les convido a que lo contemplen con los ojos de la cara, que no
suelen mentir. Se trata de una docena de fotos elegidas al azar (tengo
muchísimas), y me parece que en ellas se advierte lo que es difícil expresar
con palabras. La dirección para verlas es:
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